La visión de la realidad (novena entrega)
Por Héctor A. Faga
Las dimensiones de la realidad
La “aparente” y la “verdadera” son sólo dos dimensiones de la realidad, pero existen muchas más, dado que en la vida real existen:
1) Lo que es
El hecho concreto, el “objeto formal”, lo inmanente, la esencia, que muchas veces no se ve.
Porque como dice Saint Exupery en “El Principito”: “Lo esencial es invisible a los ojos”.
¿Sabían ustedes, por ejemplo, que la gota de agua, cuando cae al suelo, forma una corona?
Mírenla.
2) Lo que vemos
Lo que desde un punto de vista físico si quieren, es la imagen que se transmite por el aire y que llega a nuestros ojos.
Creo que en filosofía se llama “objeto formal terminativo”.
3) Lo que creemos ver
Es decir, aquello que nuestro cerebro “decodifica” de las imágenes recibidas y transforma en algo comprensible para nosotros.
Todos sabemos que el ojo es una cámara muy imperfecta, y que el cerebro debe transformar la imagen, mejorándola y haciéndola semejante a alguna representación que tengamos en nuestra memoria, para así aprehenderla y comprenderla.
Miren por ejemplo la diapositiva siguiente y díganme: ¿Ven los puntos negros en las intersecciones de las líneas?
Bueno, no existen.
La realidad es una suerte de “Trompe L’Oeil” (“trampa para el ojo”) que el cerebro interpreta, acertando muchas veces y equivocándose otras.
Hace muchos años unos científicos hicieron la experiencia con una serie de voluntarios de ponerles lentes que distorsionaban las líneas rectas volviéndolas curvas.
Al principio, todos ellos se marearon, se descompusieron y debieron permanecer sentados durante un rato para no caer al suelo.
Sin embargo, pasado ese lapso inicial, comenzaron a ver nuevamente las líneas rectas.
¡El cerebro había corregido la distorsión!
Sí, claro, cuando se sacaron los lentes tuvieron que pasar nuevamente por el proceso de reacomodamiento, esta vez a la inversa.
4) Lo que nos dicen que es
Por lo general, cuando alguien nos quiere contar un hecho del que han sido testigos, lo que hace es transmitirnos su propia percepción, distorsionada por todos los elementos que hemos venido describiendo.
Más aún: por más objetiva que sea la persona, suele mezclar en el relato sus propias opiniones.
Con lo cual, la información que llega a nuestros oídos puede no tener nada que ver con los hechos realmente sucedido.
Juegan también los sobreentendidos, porque pensamos -y en general es correcto- que las imágenes que describimos tienen un patrón por todos conocidos.
Pero puede pasar que la realidad no responda a ese patrón.
Hagamos una prueba: tomen un lápiz y un papel y describan qué es para ustedes una sirena (de las que están en el mar, no en las autobombas y ambulancias).
Creo que podríamos acordar que una buena definición de sirena es “un ser mitológico mitad mujer y mitad pez.
OK, veamos ahora la percepción que tiene René Magritte de cómo es una sirena.
Sigue siendo “un ser mitológico mitad mujer y mitad pez, pero seguramente no se corresponde con el modelo que tiene la mayoría de la gente.
5) Lo que nos dicen que veamos
Este punto es parecido al anterior, pero incluye los condicionamientos de lo que los transmisores son capaces de transmitir o nosotros de percibir.
Es una cuestión bastante común en la comunicación entre padres e hijos, que suelen usar lenguajes diferentes.
¡Y más aún ahora, que el “lenguaje cibernético” -sin mayúsculas, con palabras cortadas, con significados diferentes, con neologismos a veces incomprensibles- se ha metido en nuestra vida!
Como cuenta Antonhy de Mello: “Mi padre siempre me dijo que no fuera a un cabaret porque vería cosas inconvenientes. Así que, cuando cumplí 21 años fui a un cabaret. ¿Y viste algo inconveniente?, le preguntó su amigo. Sí, respondió él. Vi a mi padre”.
O como cuando alguien intenta explicar la Teoría de la Relatividad a un niño de 7 años.
Se lo explica una vez y no lo entiende.
Simplifica un poco la explicación, pero aún así el niño no lo entiende.
Sigue simplificando la explicación hasta que el niño entiende.
Pero ya no es más la teoría de la relatividad.
Dice Simón Wilder (Joe Pesci) en la película “Con honores”:
“Jamás aceptarás cosas sólo porque otros lo dicen. Ni verás con los ojos de los muertos. Ni te alimentarás de los espectros de los libros. Tampoco verás cosas a través de mis ojos ni aceptarás lo que digo. Escucharás a todas las partes y filtrarás la información tú solo».
6) Lo que los demás ven
Que suele ser distinto a lo que vemos nosotros, porque puede haber desfases temporales o posicionales.
Por ello, como ya hemos dicho, para comprender la realidad hace falta más de una persona, de modo de completar la percepción y no quedarnos sólo con nuestro juicio, que puede estar equivocado o influido por el prejuicio.
Como en el cuento de Antonhy de Mello que dice que “subió un hombre a un autobús y tomó asiento junto a un joven que tenía todo el aspecto de ser un hippie. El joven llevaba un solo zapato. ‘Ya veo, joven, que ha perdido usted un zapato’. ‘No señor’, respondió el aludido. ‘He encontrado uno”. (Es evidente para mí, lo cual no significa que sea cierto).
Miren este excelente ejemplo de otro dibujante genial, Nik:
Y dice De Mello: “Cuando el sabio señala la luna, el idiota no ve más que el dedo”.
7) Otras:
Agreguen ustedes todas las que se les ocurran.
¿Existe la realidad sin los demás?
Es difícil afirmarlo, porque si no hay un sujeto que perciba el suceso, la existencia de ese suceso puede ser puesta en duda.
Como planteaba Peter Drucker en un viejo aforismo zen: “¿Se produce algún ruido en el bosque si cuando un árbol cae, no hay nadie cerca para escucharlo?”.
Y agrega Jorge Luis Borges (poeta y escritor argentino, 1899-1986): “Un libro es una cosa entre las cosas, un volumen perdido entre los volúmenes que pueblan el indiferente universo, hasta que da con su lector, con un hombre destinado a sus símbolos”.
¿Cuál es mi actitud frente a los hechos?
La actitud obra como una suerte de “colador” para la percepción de la realidad, ya que los hechos, siendo iguales para todos, pueden ser percibidos de forma diversa por distintas personas.
Todos conocemos la metáfora del vaso con líquido hasta la mitad, que algunos describen como “medio lleno” y otros como “medio vacío”.
Los que creen en la “Ley de la atracción” (ver el libro “El secreto”) dicen que la actitud de una persona es como un imán para la realidad que le tocará vivir.
Desde esta perspectiva, los pesimistas recibirán malas nuevas y los optimistas se verán beneficiados con buenas noticias.
Miren el siguiente relato que alguna vez alguien me contó y saquen sus conclusiones.
Jaime estaba intentando conseguir una parte en una obra en la escuela. Su mamá contaba que el niño había puesto su corazón en ello y ella temía que no fuera elegido. El día que las partes de la obra fueron repartidas, yo estaba en la escuela. Jaime salió corriendo con los ojos brillantes, con orgullo y emoción. “Adivina qué, mamá” gritó. Y luego dijo las palabras que permanecerán toda mi vida como una lección para mi: “He sido elegido para aplaudir y animar”.
(continúa)
Esta post es una revisión y una extensión de lo que publicamos en este blog aquí y aquí, y que se ha publicado en la página CEOForum.
La visión de la realidad (tercera entrega)
La visión de la realidad (cuarta entrega)