Archivo

Entradas Etiquetadas ‘Visión’

La pintura y el cambio de óptica del individuo en la percepción de la realidad (parte I)

lunes, 18 de octubre de 2010

Por Silvina Faga

1. Introducción

Cuando hablamos de ARTE nos estamos refiriendo a la expresión de un individuo o de un grupo de individuos en un momento histórico determinado.

Las lecturas que de él se hacen son subjetivas, condicionadas, pues la interpretación de una manifestación artística no puede despojarse de la carga cultural, las construcciones sociales y las ideologías tanto de quien la realiza como de aquellos que la reciben.

Cuando hacia los finales del siglo XV los españoles llegaron a América, catalogaron como demoníaca, monstruosa y bárbara la escultura azteca Coatlicue (1) («la de la falda de serpientes»), de características humanas y animal, y exaltaron en cambio como pieza de arte la escultura de un caballero – águila (2) que presentaba rasgos estilísticos similares a los clásicos europeos a los que ellos estaban acostumbrados.

Veamos ambas imágenes a continuación:

En el arte precolombino no hay formas gratuitas. La forma no puede despegarse del contenido. Las obras de arte no son planteadas como tales sino que son obras de culto, por lo cual es necesario tener en cuenta el contexto en que fueron gestadas para darles el significado que merecen.

Dice Paul Westheim: «Lo que distingue a la Coatlicué de la Venus de Milo no es únicamente su estilo artístico, sino ante todo el diferente concepto que tenían de lo divino el griego y el azteca. A la distinta vivencia metafísica le correspondía la distinta concepción artística de la que nacieron las obras»

A diferencia de lo que sucede en Grecia, donde con el transcurso del tiempo la imagen va tornándose más realista, en México encambio se va «superando la forma natural», transmutándose en elementos cúbico geométricos.

Esto hizo que la Coatlicué, que fue realizada en  la época tardía, antes de la conquista, tuviera los rasgos estilísticos propios de ese período que tanto los primeros españoles como posteriores estudiosos del arte no pudieron apreciar. Hasta que finalmente, a partir  de 1920, con la ciencia antropológica y los aportes de Manuel Gamio (primer teórico sobre arte precolombino) y Justino Fernández (gran teórico de la Coatlicué), se instituyó un espacio para la reflexión teórica, teniendo en cuenta para el análisis y apreciación de las obras los parámetros en que éstas fueron concebidas, esencialmente la síntesis que unifica forma y contenido.

Es evidente que la visión de los primeros españoles que pisaron estas tierras estaba fuertemente teñida por lo que en ellos existía de bagaje cultural.

Este fenómeno se repite diariamente entre nosotros, y es con esta perspectiva que miramos críticamente.

Es válido afirmar que no podemos desprendernos de los «anteojos culturales» con los que enfocamos nuestras miradas, pero si somos conscientes de su existencia, podemos «acondicionar» nuestra visión.

Al estilo de la expresión «una imagen vale más que mil palabras», podemos decir que una obra de arte pictórica expresa lo que no puede ser dicho por otro medio.

En la expresión artística existe una conciencia de lo que se quiere significar, pero hay un «algo más» – inconsciente – que abre espacios en la mente de las personas

Con «apertura de espacios» me refiero a que permite / invita a pensar, a reflexionar. A ir hacia adentro de uno mismo.

Tal como sucede cuando se contempla un atardecer – o alguna otra manifestación majestuosa de la naturaleza – que produce una sensibilización que conmociona y proyecta obligadamente hacia el interior.

En esa porción de conciencia de la obra, puede haber una intencionalidad de apertura de espacios, que se logra a partir de la sugerencia.

La sugerencia es lo no dicho, lo insinuado, lo susurrado. Lo que está presente sin ser evidente. Lo que «dispara» la imaginación porque no define los límites tangibles de las cosas.

Lo verdaderamente notable es ver cómo en representaciones plásticas de sitios y tiempos alejados entre sí podemos apreciar cómo el hombre ha utilizado la mirada como instrumento de conocimiento.

2. Oriente

En Oriente – China y Japón – por ejemplo, se hace hincapié en la pintura («Sumi-e») como un medio de adquirir conocimiento, no sólo por parte del hacedor sino también del espectador, antes bien que como un fin en sí misma.

A diferencia del óleo, en la pintura conocida como «Sumi-e» (Sumi: tinta – e: pintura) no es posible hacer retoques. Una vez que el trazo se ha realizado sobre el papel de arroz, cualquier corrección se vería como un manchón. Por eso se la compara con la vida misma: una vez realizada una acción no hay posibilidad de corrección.

Para que el trazo se sienta «vivo» y la pintura tenga la composición adecuada, es necesario un arduo entrenamiento que incluye la respiración, la conciencia de la postura, el modo de tomar el pincel y de embeberlo en la tinta y el «golpe de pincel».

Todo lo cual lleva a que la pintura sea un reflejo fiel del espíritu y de los pensamientos esenciales del pintor.

En este «magisterio» del «Sumi-e» se destaca un elemento esencial que caracteriza a la pintura oriental, pero muy especialmente a la japonesa y particularmente a la zen[1], que es el vacío (Ku).

Se entiende al vacío no como «nada», como se lo considera en Occidente, sino como forma en si mismo, con la misma autonomía y elocuencia de la forma. Y a su vez, este vacío es quien permite a la forma ser de un modo pleno (del mismo modo que la utilidad de un cuenco está en el hecho de ser vacío)

La dialéctica de forma y vacío conforma el todo.

Dice Francois Cheng: «El vacío es un elemento dinámico y actuante, ligado al principio de alternancia («yin-yang»). Constituye el lugar por excelencia donde se operan las transformaciones, donde lo lleno puede alcanzar su verdadera plenitud. En efecto, al introducir discontinuidad y reversibilidad en un sistema determinado, permite que las unidades componentes del sistema superen la oposición rígida y el desarrollo en sentido único y ofrece al mismo tiempo la posibilidad de un acceso totalizador al universo por parte del hombre».

Es para destacar el modo en que se considera al espectador en la pintura zen.

La obra le llega de un modo particular pues es planteada de una manera diferente: la obra parece inconclusa. Resulta demasiado simple y despojada para el ojo occidental, pero en realidad se siente terminada. Mas no cerrada.

Así es como abre el juego e incluye al espectador con participación activa: lo inconcluso invita a intervenir.

De algún modo, el artista zen considera «inteligente» al espectador.

Abre el juego. No da masticado. Abre. No explicita. Abre. Pero marcando rumbos.

Se dirige a la sensibilidad del espectador, no a su sentimentalismo; a la intuición, no a su inteligencia.

Es a través del vacío, lo abierto, que permite continuar la obra creadora, integrando aportes sucesivos.

Esto mismo sucede en todas las artes zen, ya que en ellas el objetivo es imitar el efecto de la naturaleza, pues se consideran parte de ella.

Sucede en los «haiku», las poesías compuestas de tres versos de cinco – siete – cinco sílabas, que en Occidente parecerían tan solo títulos.

Por ejemplo, escribió Issa a la muerte de su hijo:

«Este mundo de rocío,

podrá ser de rocío

y sin embargo, y sin embargo…»

O estos otros:

«Siéntate en silencio, sin hacer nada

la primavera llega

y la hierba crece sola»

O también:

«Todos lo conocen

mas nadie recorre este camino

salvo el crepúsculo. (Matsuo Bashó)

Se dice que un «haiku» es como una piedra lanzada a un estanque, a un espejo de agua. Produce ondas que a su vez producen ondas. Son los «ecos» que enriquecen, ennoblecen y elevan al ser humano.

Volviendo a la pintura, dice Cheng: «Hay que procurar que el verdadero vacío se halle más plenamente habitado que lo lleno. Porque en un paisaje, el vacío, bajo las formas de vapores, nieblas, nubes o alientos invisibles, es el soporte de todas las cosas, y las sume en un proceso de secretas mutaciones. Lejos de diluir el espacio, le confiere al cuadro una unidad en la cual cada cosas respira como si participara de un estructura orgánica…el arte supremo consiste en introducir el vacío en el seno mismo de lo lleno…»

Veamos algunas imágenes que ejemplifican lo que hemos dicho.

Uno de los recursos para la sugerencia es, como dijimos, el vacío.

Los vacíos en los paisajes: una orilla insinuada habla del lago que no está pintado. Uno ve por lo otro

O también la neblina en el camino de la montaña…


«El vacío es lo que permite el proceso de interiorización y de transformación mediante el cual cada cosa realiza su identidad y su alteridad, y con ello alcanza su totalidad» (Cheng)

Entonces, «forma – vacio», para trascender la dualidad del mundo, para experimentar lo que está por detrás.

Despertar la visión para experimientar la unidad que está más allá de la dualidad, de «los pares de opuestos», requiere un cambio en el funcionamiento de la conciencia, ya que no es posible cambiar los órganos de la visión.

Cambio psicológico y metafísico para que la realidad deje de ser fragmentaria.

Para lo cual hay que ejercitarse en mantener en vigilia la mente habitual, la conciencia de cómo se ejecuta algo.

Para lo cual  es necesario vaciar la mente.

Como nos lo ilustra Tsai Chih Chung:

Dice Rumi: «Vende tu inteligencia y cómprate el asombro; la inteligencia es opiniones, el asombro, intuición».

Vaciar la mente no significa no pensar.

Vacuidad de la mente es no estar atado a esquemas mentales.

Todo apunta a lo mismo: a inducir a la contemplación para caer en la cuenta de la gran unidad, del océano y no sólo de la ola.

Pero para trascender la dualidad primero hay que desarrollar el intelecto. Si no, ¿qué es lo que se ha de trascender?

Entonces, se debe considerar al vacío como afirmación de la existencia de las cosas.

Como «otredad», no como nada.

Veamos otra ilustración de Tsai Chih Chung:

Hugo Mujica narra el siguiente cuento zen: «Un discípulo interrogó a su maestro: ¿cómo o quién es Dios? El maestro le contestó: Cuando tengas sed bebe, cuando tengas hambre come.» A partir del mismo, Mujica dice: «La enseñanza no enseña, muestra la vida, invita a ver lo que el dar por descontado ensombrece. Todo suele estar frente a uno mismo, a ese uno mismo que suele no estar allí…»

Bibliografía:

El zen en la pintura y en la literatura. Samuel Wolpin

Sabi wabi zen. El zen y las artes japonesas. Raymond Thomas

The way of the brush. Painting techniques of China and Japon. Fritz Van Briessen- Tuttle pulblishing

Vacio y plenitud. El lenguaje de la pintura china. Francois Cheng

La práctica del zen. Taisen Deshimaru

Escultura y cerámica del México antiguo. Paul Westheim

[1] Pintura zen, conocida como sumi-ezenga. Zen viene de zenna, del chino tch’anna y del sánscrito dhyanna, y significa meditación. Ga significa pintura.

Share

Creatividad, General, Grageas Creativas , , , ,

Grageas Creativas (II): La percepción de la realidad

domingo, 27 de diciembre de 2009

Por: Héctor A. Faga

La realidad (los hechos) nunca presenta una sola cara, aunque a veces parezca haber un solo lado visible. Sólo observando una y otra vez y volviendo a observar podremos descubrir las diferentes facetas que la realidad nos propone. Es así como lo que a veces no se alcanza a visualizar en un primer vistazo, se hace evidente a nuestra comprensión cuando nos detenemos a mirar con esmero, y nuevas formas se presentan a nuestra atención.

Les propongo llevar a cabo algunos experimentos de observación para hacer evidente lo que estamos afirmando. Comenzaremos con una figura tal vez conocida, ya que ha sido usada en diversas oportunidades por mucha gente, por lo que es altamente probable que ustedes ya la conozcan. Pero hagamos la prueba.

joven-vieja

¿Qué figura ven ustedes aquí? Una mujer, seguramente. Pero, ¿qué edad tiene esa mujer? Ochenta, o tal vez noventa años. ¿O es una joven de veinticinco años? Miren bien. Vuelvan a mirar. Muevan un poco la cabeza hacia un lado y cambien de perspectiva. ¡Ambas están allí! Si lo que ven es una bruja, piensen que su nariz podría ser la mejilla y barbilla de la joven, y la verruga, la nariz . Si en cambio lo que ven es la joven, fíjense en los detalles anteriores o miren cómo la gargantilla de la joven es la boca de la vieja. Un poco difícil de explicar, pero lo captan, ¿no?

Lo que suele pasarnos es que al adoptar una posición estática dejamos de ver ciertas cosas que aparecen cuando imprimimos alguna dinámica a nuestra acción. Los especialistas en caza mayor suelen decir que para mirar algo que está en movimiento el observador debe permanecer quieto, sin mover sus ojos. De ese modo, la acción externa se percibe con nitidez. Y a la inversa, para acechar a un animal que está quieto, disimulado en la espesura, el observador debe menear lentamente su cabeza de un costado a otro, ya que ese movimiento le permite ver al animal oculto. No sé si estas técnicas son ciertas o si dan resultado, pero sí sé que muchas veces debemos cambiar de perspectiva para lograr una nueva visión. Probemos ahora con la siguiente figura:

joven-vieja-2

¿Cómo lograr que esta desagradable señora se convierta en una bella princesa, digna del mejor cuento de hadas? Ahora no se trata de mecer la cabeza, sino de realizar un acción distinta. Prueben de ponerse en la posición de yoga cabeza abajo y mirar la ilustración. ¿Qué eso no se puede? Bueno, entonces den vuelta su computadora y observen ahora la figura. ¿Qué tampoco pueden? Bien. Entonces impriman el dibujo y luego de eso gírenlo de modo que la señora quede con la cabeza hacia abajo. Y ahora, ¿qué ven? ¿No es algo parecido a esto?

joven-vieja-3

En realidad no ha cambiado nada de la figura. Simplemente ha cambiado nuestra perspectiva. Y si ninguna de las técnicas propuestas ha tenido éxito, entonces haga lo que sugiere la leyenda: ¡Tómese seis cervezas y verá como todo cambia!

Post relacionados:

Grageas Creativas (I): La visión de la realidad

Share

Creatividad, General, Grageas Creativas, Orientación , , ,

Grageas Creativas (I): La visión de la realidad

lunes, 21 de diciembre de 2009

Por: Héctor A. Faga

Comenzamos aquí a desarrollar algunos conceptos clave que hacen a nuestra forma de ver la vida y la realidad y que queremos compartir con usted. Para ello lo invitamos a hacer la siguiente prueba. En el centro de la figura siguiente hay cuatro puntos entre dos manchas más grandes. Usted debe mirarlos fijamente durante un minuto, sin parpadear y sin quitar los ojos de ellos. Pasado ese tiempo cerrará los ojos y los mantendrá sin abrirlos durante algunos instantes. ¿De acuerdo? A trabajar entonces.

Realidad

¿Y, qué le sucedió? Vio reflejada en su retina una imagen de Jesucristo o tal vez del “Che” Guevara. Alguien con barba, de todas maneras. Si usted no pudo verla, intente nuevamente desde el principio. Y cuando cierre sus ojos suavemente haga el esfuerzo de mirar hacia el interior de usted mismo. Así, con este “efecto especial”, comenzamos con esta temática de la visión de la realidad.

¿Cómo es la Realidad? ¿Existe una sola Realidad?

La realidad es algo muy complejo: existe aunque no la percibamos, pero tiene sentido para nosotros sólo a partir del momento en que nos afecta. Pero aunque sea difícil de apreciar, no hay dudas acerca de su existencia. Está. Es aquí. Es ahora. Es independiente de nosotros, mas simultáneamente nos involucra. Estamos inmersos en ella, pero podemos desconectarnos de ella. Y somos capaces de vivir tantas realidades distintas como podamos imaginar.

¿Por qué «Visión»?

¿Por qué decimos visión de la realidad y no nos referimos a “audición”, “olfato”, “gusto”, “tacto”…? Porque los seres humanos somos esencialmente visuales y por ello manejamos conceptos que destacan esta característica. Pero la realidad va mucho más allá de lo que se ve: se “siente” con todos los sentidos y se percibe en su totalidad cuando ponemos atención con cada uno de ellos en el momento correspondiente. Y lo que percibimos lo introducimos en nuestro cerebro, donde lo decodificamos para comprenderlo.

La Aprehensión de la Realidad

Es difícil lograr una adecuada aprehensión de la realidad porque depende de muchos aspectos distintos tales como la posición del observador, su cercanía respecto del hecho observado, sus prejuicios, sus vivencias anteriores, su personalidad… Y también de la forma en que los hechos nos son presentados. Muchas veces la percepción de la realidad es una cuestión de perspectiva. ¿Cómo cree usted que será la realidad para un niño pequeño que está gateando o dando sus primeros pasos? Seguramente una realidad compuesta por rodillas de personas, partes de abajo de mesas, objetos lejanos y muchas veces inalcanzables que provocan sentimientos similares a los experimentados por Gulliver en el país de los gigantes, donde todo “está más allá” y se requiere de la ayuda de los otros para llegar a los objetos que uno busca. El simple hecho de abrir una puerta, por ejemplo, se transforma en una tarea titánica que requiere llegar a un picaporte totalmente fuera del alcance. Y esa es la realidad que el niño no sólo percibe, sino con la que debe convivir y a la cual debe adecuarse. ¿Podemos ahora comprender un poco más ese punto de vista?

Continuará

En la próxima entrega le propondremos otras perspectivas para que pueda reflexionar con nosotros acerca de las distintas maneras con que diferentes personas perciben la realidad. Mientras tanto, lo invitamos a pensar en lo aquí desarrollado y a desplegar sus propios puntos de vista. Y si quiere compartirlos con nosotros, con mucho gusto recibiremos sus comentarios.

Share

Creatividad, General, Grageas Creativas, Orientación , , ,