La pintura y el cambio de óptica del individuo en la percepción de la realidad (parte II)
Por Silvina Faga
«Las huellas que deja la lluvia sobre la playa:
huellas de sed, no de agua.
Pero no hay ni un lado ni el otro,
hay que estar en la herida, no optar por uno u otro de sus bordes»
Hugo Mujica
Habiendo terminado la entrega anterior con palabras de Hugo Mujica, decidí comenzar hoy nuevamente con algunas estrofas de su cosecha, las que de un modo poético condensan tanto lo hasta aquí desarrollado como lo que vendrá de inmediato.
Vimos cómo una cultura como la japonesa o una filosofía como el zen plasman su configuración mental, su cosmovisión, en sus representaciones «artísticas». Así recorrimos la dialéctica forma – vacío y su unidad envolvente.
Vamos ahora a encarar una visión distinta pero no tan distante, aunque la lejanía física nos lleve «al otro lado del mundo».
América precolombina, precortesiana, precolombiana…
Al mismo tiempo que daremos un giro en el tiempo y espacio geográfico, lo haremos también en el espacio y modo de representación.
Traigo entonces a colación el tema de la América precolombina, en particular el de una cultura del noroeste argentino llamada Aguada, que se desarrolló entre el 650 y 850 DC dentro de la etapa agro – alfarera, extendiéndose principalmente por las provincias de La Rioja y Catamarca.
Aguada recibe y sintetiza influencias o relaciones culturales de Ciénaga, Condorhuasi y Alamito, presentando rasgos típicos de estas culturas anteriores.
Hacia finales del período temprano se produce en Aguada un cambio que se atribuye a relaciones internas de la comunidad y se manifiesta en la temática decorativa: comienza el predominio de la representación del felino relacionado directamente con el complejo de transformación chamánico.
Como dije anteriormente, el arte es reflejo de creencias, prácticas y valores de un grupo humano. Pero en América el arte no es premeditado como tal. Es obra de culto. Subyace un sentido sacro en las imágenes, peso simbólico, pensamientos trascendentes que expresan una cosmogonía.
Me interesa evidenciar el modo que halló esta cultura de plasmar su visión de la realidad sobrenatural y la resolución plástica que le dio. Menciono así la iconografía de esta cultura – sucintamente, pues todavía sigue siendo trabajo de arqueólogos y antropólogos – por las denominadas imágenes anatrópicas o «split representations».
Dice Rex Gonzalez: «Se trata de imágenes en las que a pesar de la representación aparente de un sólo sujeto o figura, ésta posee en realidad un contenido doble». Dos imágenes en una, según jueguen sus elementos constitutivos de acuerdo con la dirección en que se mire.
En general son imágenes humano – felinas que tienen que ver con el complejo de transformación chamánica, rito que todavía hoy se practica: el chamán entra en trance por la ingesta de alucinógenos o por medio de cantos. De esta manera se convierte en el espíritu que invoca, en la deidad misma, y a partir de allí adquiere conocimiento.
Por eso vemos en la iconografía de Aguada y otras culturas, hombres-felinos (especialmente), hombres-serpientes, etc.
La combinación de seres habla de esa transformación. La confluencia de atributos es la manera de representar lo sobrenatural.
La conformación de una imagen a partir de dos componentes distintos y dispares revela una consideración minuciosa del espacio (espacio, forma, relación entre formas…vacío) consideración del todo, reflexión plástica que denota la cavilación metafísica.
Esa mirada distinta, que lleva a una representación sinérgica y en cierto modo simbiótica de los elementos constitutivos de la imagen, vuelve a encontrarse años más tarde en algunas corrientes pictóricas de Occidente del Siglo XX.
Occidente. Europa Siglo XX
Pasando entonces a Occidente en un nuevo salto espacio – temporal, dentro de las corrientes desarrolladas en el Siglo XX, hemos elegido para mostrar su visión particular a dos de los representantes del surrealismo, que tal vez hayan incluso desbordado el sentido de la misma.
El surrealismo en la pintura transgrede la realidad trastocando formas, colores y relaciones espaciales, estructurando así una imagen inventada, fantástica, aparentemente absurda.
Respecto del surrealismo dice Aldo Pellegrini: «Puede decirse que el surrealismo presenta dos caras que conforman su unidad: una es la cara que podríamos llamar afirmadora, que correspondería a la aspiración hacia un mundo dominado por la triada de la libertad, el amor, la poesía. La otra cara que podríamos llamar negadora, expresa que vivimos en un mundo dominado por principios totalmente opuestos: la coerción, la sordidez, la hipocresía. De este modo, podríamos decir que están siempre presentes en toda obra surrealista, aunque en muy distintas proporciones, un componente poético, o erótico – poético si se quiere ser mas preciso, y por el otro un elemento de denuncia directa o indirecta de la realidad presente, señalando el fundamental carácter disconformista del surrealismo, que se revela habitualmente con las características del humor.»
Y sigue: «Una obra surrealista está siempre en conflicto con el mundo convencional regido por los prejuicios, la hipocresía y la autosuficiencia. Se opone así al prejuicio de la realidad inamovible y limitada al mundo físico para afirmar una realidad mas ampliaconstituida por la unión del mundo físico y el mundo espiritual. La obra surrealista no representa, por lo tanto una evasión de la realidad, sino una afirmación de esta realidad en una concepción total. »
Hay que tener en cuenta una diferencia que han destacado los surrealistas: la diferencia entre lo imaginario y lo imaginado. Lo imaginario es activo, tiene una intención, transforma al mundo, y en consecuencia nos transforma; lo imaginado es pasivo, no tiene ninguna intención, todo queda como estaba. El surrealismo es por sobre todo un arte de lo imaginario…»
Por ultimo: «El acento que el surrealista coloca sobre lo instintivo y espontáneo explica su interés por las manifestaciones artísticas al margen del acervo de la tradición cultural: arte de los niños, de los artistas ingenuos, de los locos, de los pueblos salvajes. Y aquí cabe aclarar que para los surrealistas la belleza no es un factor aquietante sino inquietante; es decir que en una obra surrealista domina un elemento perturbador. Podría decirse que toda obra surrealista incomoda y desacomoda al espectador desprevenido, lo arranca de su falsa seguridad, le rompe sus esquemas convencionales.»
Solo voy presentar a sus máximos representantes, pues sus imágenes hablan con un lenguaje mas familiar para nuestro ojo.
René Magritte – (1898-1967). Pintor Belga. Su propuesta pictórica es la de sugerir organizaciones distintas de la realidad. Es una pintura conceptual. Cuestiona el orden establecido y consagrado de la realidad para liberar el espíritu, para pensar de un modo distinto al usual, utilizando la mirada como instrumento de conocimiento. Para que lo cotidiano «grite» es necesario alterar el orden de sus relaciones habituales. Emplea entonces diferentes recursos, como:
– La modificación de las dimensiones / escalas de los objetos que toma de la realidad cotidiana, mostrando un juego de relaciones desconcertantes, donde los objetos ocupan unos espacios que no le son propios ni por ubicación ni por tamaño.
– La descontextualización de los objetos: ponerlos donde nunca se los encontraría (un busto, un instrumento musical o una silla «colgados» del cielo)
– La modificación de la ubicación de los objetos (una roca «levitando» en lugar de estar apoyada en el sólido suelo)
Entre otras ambigüedades como los temas «El imperio de las luces», donde con un cielo claro el paisaje se llena de sombras y la única luz se obtiene de un farol encendido, o «Caballetes frente a la ventana», en donde la tela del cuadro se confunde con el paisaje en sí mismo, y la cúpula de la torre se asemeja al camino que se pierde a lo lejos
Pictóricamente, desde lo técnico, la factura no tiene mayores improntas, no ahondó en el tratamiento (color, textura, línea); es gráfico (se dedicó al diseño muchos años).
Salvador Dalí – (1904-1989). Figueras, España.
Dalí propone objetivar y sistematizar el delirio, manteniendo así la vigencia del sueño en la vigilia, llamando a esto «el método paranoico – crítico».
Organizar las propias obsesiones y deseos para utilizarlos de material artístico.
El surrealismo revela una realidad diferente (para desacreditar la realidad establecida). Dalí la explora, la organiza, ayudando a conocerla.
Sus aportes no son técnicos, aunque a diferencia de Magritte, Dalí fue un eximio dibujante y maestro en la pintura tradicional (estudió profundamente a Velázquez, Vermeer, Miguel Angel y Arcimboldo).
Imágenes dobles: Comienza con este recurso de dobles lecturas desde 1929 con «El hombre invisible», mostrando la relatividad del mundo de las imágenes. Vemos también la factura impecable de «El gran paranoico».
Otro tipo de imágenes dobles son las cabezas humanas que son muebles o interiores arquitectónicos.
Entre otras cosas Dalí compuso muchos de sus cuadros con objetos sin relación para la pintura tradicional (al igual que Magritte). Es el caso de Gala con chuleta. El decía: «Me gusta Gala, me gusta la chuleta, no veo ninguna razón para no pintarlas juntas»
Cambio, representaciones, vacío, dualidad, realidad, conciencia, visión, desestructurar, otra realidad… Palabras que se repiten, conceptos que hilvanan, que van mas allá de búsquedas estéticas, técnicas, tiempos… Dejando la puerta abierta, sólo queremos recordar la frase de Paul Klee: «El arte no reproduce lo visible; hace visible
Bibliografía:
Arte y estructura. Alberto Rex Gonzalez.
Silabario de la decoración americana. Ricardo Rojas
Aguada . Florencia Kush /Ines Gordillo
Diseño precolombino. Cesar Sondereguer.
Escultura y cerámica del México antiguo. Paul Westheim
Surrealismo en la argentina. Catalogo de la exposición N° 46 del centro de artes visuales del Instituto Torcuato Di tella- 1967
Dali Dali Dali. Ed. Atlantis
Grandes pintores del siglo XX. Salvador Dali Ed. Globus
Grandes pintores del siglo XX. René Magritte. Ed. Globus